Reinventar Los Cabos
Estos días estuve visitando nuevamente Los Cabos y la reflexión es inevitable: Esta península desértica y montañosa bañada por el Océano Pacífico y el Mar de Cortés, cuenta con los atractivos naturales que le han permitido consolidarse como el principal destino turístico nacional, y se ha convertido en un vibrante polo de desarrollo económico con el potencial para ser también un referente internacional de desarrollo ambiental y social.
Desierto, mar e inversión, en un territorio que ha funcionado como imán para que tanto nacionales como extranjeros, lo consideren mucho más que un lugar privilegiado para vacacionar, pues con ya más de 300,000 habitantes, Los Cabos es una región cosmopolita que ofrece múltiples actividades recreativas y oportunidades económicas.
Hoy en Los Cabos están presentes prácticamente todas las disciplinas profesionales de una gran ciudad: Diseñadores y constructores de viviendas, comercios y hoteles, administradores de negocios, abogados y armadores de proyectos de inversión, prestadores de servicios turísticos, recreativos y de salud, entre muchos otros, que dan empleo a una creciente población que proviene mayoritariamente de otros estados y regiones, para poco a poco definirse ellos mismos como “Cabeños” por residencia y convicción.
Pero ¿Qué característica logra que las personas se apropien de una ciudad y se identifiquen como locales? Sin duda alguna, es su calidad de vida: Las posibilidades de encontrar un empleo bien pagado, una vivienda digna asociada a una infraestructura suficiente y el equipamiento indispensable para atender sus necesidades básicas, en un medio ambiente saludable y propicio para su desarrollo personal y familiar.
Desde el aire y mientras recorres Los Cabos, percibes que tiene el tamaño suficiente para ser atractivo en oportunidades, y la dimensión todavía controlable para garantizar su calidad de vida. Pero es evidente que el modelo de desarrollo que hemos seguido ya por décadas, esta generando los contrastes en la calidad de urbanización que desafortunadamente se aprecian en prácticamente todas nuestras ciudades, y como consecuencia, en las diferencias tan marcadas en los niveles de calidad de vida de su población.
Si tuviéramos la oportunidad de reinventar Los Cabos para garantizar su desarrollo económico y social equilibrado, presente y futuro ¿que sería lo primero que tendríamos que hacer? Yo sigo convencido que la clave está en discutir tantas veces como sea necesario y entre todos, qué ciudad queremos y cómo la imaginamos. Y aunque seguramente los objetivos y necesidades de cada sector de la población pueden diferir en muchos detalles, en general sigue siendo la calidad de vida el común denominador de la visión de todos sus actores.
Dice un refrán popular: No puedes esperar resultados diferentes haciendo lo mismo. ¡Hay que reinventar las reglas!
Aprovechemos pues la pluralidad, experiencia y visión que los actores económicos, profesionales y sociales de nuestra ciudad pueden aportar y emprendamos ya las acciones necesarias para lograr que el desarrollo económico pueda financiar el desarrollo social, si lo logramos, estaremos caminando con paso firme hacia una ciudad en la que las inversiones tendrán la certeza de que serán bienvenidas, por una sociedad satisfecha con el nivel de calidad de vida que vinieron a buscar a Los Cabos.
Una inevitable reflexión al calor del desierto y con la frescura de la brisa marina de esta privilegiada región de México.