Nuevo año, nuevas reglas
Ya se ha dicho muchas veces, en tan solo dos años el mundo ha cambiado drásticamente, por lo que es necesario que aprovechemos la lección poniendo más atención a la forma en la que invertimos y desarrollamos en nuestras ciudades para enfrentar retos como los que nos ha impuesto la pandemia que parece no terminará nunca.
Necesitamos ciudades más orientadas a las personas
Aunque parece obvio, este concepto sigue concentrando los objetivos más importantes del diseño, construcción y administración de nuestras comunidades pues está comprobado que privilegiar el medio ambiente sano y procurar que la infraestructura, el equipamiento y los servicios públicos sean de calidad, es la única fórmula para garantizar la calidad de vida de la población, e incluso como ya vimos, de conservar la vida.
Albert Einstein dijo: “No puedes esperar resultados diferentes haciendo lo mismo”. Sería irresponsable salir de nuestro prolongado encierro y no hacer los ajustes necesarios para garantizar que no vuelva a ocurrir lo que hemos padecido, o al menos, que estemos mejor preparados.
El sector público tiene la oportunidad de revisar y reorientar la inversión
La inversión pública es uno de los factores más importantes en la reactivación económica post pandemia, y es necesario que la administración pública revise e incluso reoriente el presupuesto, para atender temas fundamentales derivados de esta reciente experiencia:
Transporte Público: Es necesario invertir, por ejemplo, en transporte público suficiente -y más eficiente- con estaciones limpias y dignas, para que el grueso de la población pueda trasladarse con seguridad, comodidad e higiene desde su hogar a su trabajo, escuela o cualesquier otra actividad económica, social o recreativa durante el día. Cuando invertimos en infraestructura para el automóvil se nos olvida que las horas que la población pierde en el transporte púbico son muy valiosas, no solo para la economía de la ciudad, lo son aún más para su calidad de vida y la de sus familias.
Instalaciones de Salud Pública: El equipamiento para la salud necesita también una mayor inyección de recursos. Y no se trata de construir cientos de lugares para atender emergencias y pandemias, se trata de garantizar que los servicios de salud en verdad se acerquen a la población, a las colonias y barrios para que cada hogar pueda acceder a ellos sin tener que desplazarse, precisamente cuando sus condiciones de salud no lo permiten o es necesario permanecer en casa para evitar contagios.
Sería ideal que cada barrio contara con un Centro de Salud Comunitario, para estar en condiciones de atender localmente la mayoría de los padecimientos que precisamente por falta de información para su prevención o atención oportuna, se transforman en las enfermedades que durante una pandemia dejan de atenderse por saturación hospitalaria, y que paradójicamente, constituyen un factor de co-morbilidad.
Vivienda y Espacio Público
Permanecer encerrados en casa por largos períodos de tiempo ha ocasionado otros problemas que ni siquiera imaginábamos, y aunque en muchos seminarios y discusiones profesionales se quieren asumir simplemente como retos, pone en evidencia la urgente necesidad de una vez más revisar, particularmente, las condiciones de la vivienda social y popular, pues ha sido evidente que se requiere realizarles múltiples adecuaciones físicas para que sus habitantes puedan sortear estas crisis sanitarias, especialmente cuando no se cuenta con recursos económicos para modificar la vivienda, y solo algunos organismos públicos ofrecen opciones con financiamiento accesible.
Si a este confinamiento obligado le agregamos que no existen suficientes espacios públicos para que la población pueda satisfacer sus necesidades de sociabilización y esparcimiento, entenderemos la importancia de destinar más recursos a la generación de espacios públicos de calidad, como un mecanismo efectivo para enfrentar las consecuencias físicas, emocionales y sociales de la reciente experiencia.
Corresponsabilidad del Sector Privado
Nunca había sido tan evidente que “en este viaje, todos vamos en el mismo barco”. El desarrollo inmobiliario y la construcción aportan una porción muy significativa al PIB de la ciudad, además de contribuir con recursos para la construcción o mantenimiento de equipamiento y espacios públicos. Cuando hablamos de La Ciudad, todos perseguimos el mismo objetivo: Calidad de vida.
La reactivación económica que esperamos y debemos impulsar en el 2022, debe implicar la recuperación de los empleos que durante estos últimos dos años hemos perdido, más la creación de los que demandan quienes por su edad o conclusión de su preparación técnica y profesional necesitan para incorporarse a la vida económica.
Todas las inversiones, además de generar empleo, son una oportunidad de invertir en el mejoramiento de las zonas en las que se ubican y en particular, en su infraestructura y equipamiento social, lo que se presenta una oportunidad de trabajar de manera conjunta con la autoridad en atender las necesidades que garanticen esa calidad de vida.
Las reglas deben cambiar
Es claro que para aprovechar lo aprendido y responder a las nuevas necesidades, tenemos que revisar y reorientar el gasto público hacia temas de mayor impacto en la salud pública y que, además, es indispensable simplificar la gestión de los proyectos de inversión privada, para que sus beneficios puedan concretarse rápidamente.
Algunos ejercicios y esfuerzos se han emprendido ya en algunas ciudades de nuestro país, buscando fortalecer su infraestructura, incrementar su equipamiento social, simplificando trámites y, sobre todo, apoyando con información y capacitación a la población, para propiciar que cada uno de nosotros pueda hacer lo que mejor sabe, en beneficio propio y de todos los que compartimos el mismo hogar territorial: Nuestra ciudad.
¡Que el 2022 sea pues, un año de Nuevas Reglas para salir adelante de una vez por todas!