Los expertos en temas de energías renovables, en diferentes países y regiones, consensan sobre la opinión de que actualmente nos encontramos en un periodo de transición energética alrededor del mundo. Hoy estamos avanzando, innovando, experimentando, probando, sobre tecnologías, fuentes y sistemas de generación de energías para los próximos 100 años. Esto es aplicable para generación de energía fotovoltaica, eólica, de gas natural e incluso con hidrógeno.
En realidad, los autos eléctricos probablemente sean solamente una solución intermedia en esta transición energética en el tema de movilidad urbana referente a vehículos de uso privado, de carga ligera y transporte; incluso del campo, como el caso de maquinaria agrícola y otros.
Los autos eléctricos (o vehículos eléctricos en general), presentan algunas limitaciones, las cuales, a pesar de estarse mejorando continuamente, es probable que no lleguen a presentar la mejor alternativa a largo plazo (mediano incluso).
Algunas de esta son: que su costo de inicio suele ser significativamente mas alto respecto al de vehículos convencionales de combustión interna, razón por la cual, en el caso de uso privado, reduce su posibilidad de adquisición a un sector muy pequeño de los compradores de autos. Y esto mismo en el caso de transporte o carga, hace muy poco viable la inversión, ya que el horizonte de retorno se extiende al doble o hasta triple en años (ROI +/- 10 a 12 años) respecto de los vehículos de diésel (ROI+/- 5 años) o de gas gatural (ROI +/- 3 años).
Otro punto es la vida útil del banco de baterías que requiere un vehículo eléctrico para su funcionamiento. Esta vida suele ser entre 5 y hasta 7 años (en el mejor de los casos), después de lo cual, el vehículo requiere de la sustitución de batería, lo que puede significar hasta un 40% de costo adicional sobre el valor inicial del vehículo. Y de nuevo este factor afecta directamente al horizonte de retorno.
El tema del retorno sobre inversión puede producir que, para lograr un periodo más corto, entonces se afectara a los usuarios del transporte, aumentando las tarifas; o bien que, con el fin de no aumentar las tarifas al transporte, fuera necesario recurrir a subsidios gubernamentales.
Otra consideración importante sobre los vehículos eléctricos es, sin duda, tanto la fabricación de baterías, como la disposición final (desecho) de las mismas al término de su vida útil. En ambos casos, hoy siguen siendo procesos con una importante huella de carbón.
Finalmente, en cuanto al tema de las fuentes de energía para recargar las baterías de vehículos eléctricos, también existen varias limitaciones al respecto, entre ellas que de cualquier manera se necesita usar la energía eléctrica que se produce por medios convencionales, lo cual, a su vez, vuelve a implicar una huella de carbón no despreciable.
¿Y entonces qué sigue? Al parecer no es una respuesta simple ni única. Actualmente existen varias tendencias en cuanto a tecnologías para el problema de movilidad. Entre estas tenemos a los vehículos eléctricos, pero también hay países, como Japón, los cuales desarrollan sistemas de combustión a base de hidrógeno (H2), el cual reduce drásticamente la huella de carbón, ya que su escape liberaría algo parecido al vapor de agua. Otra de las líneas son vehículos que funcionan a base de gas natural, el cual se produce por medios orgánicos o fósiles y, por supuesto, los vehículos eléctricos son también una de las varias alternativas para el problema de movilidad urbana y otros vehículos.